Sr. Diego Armando Maradona:
Primero, poco puede importarme lo que usted piense de mi, puesto que mis convicciones sobre mis acciones poseen un lugar privilegiado en consciencia, como método de autotortura, aunque no por las razones que usted por operación ideológica crea que lo son, y para recordarme de quien soy, ante todo argentino, y que hice todo lo que estuvo a mi alcance por mi país, y sea que con eso, me encuentro en indisociable armonía. Segundo, como creo que sabrá, y si no lo sabe le imploro que verifique sus fuentes de información, que yo me en encuentro pues, y sepa disculpar mi vulgaridad, aunque usted la represente humana y fehacientemente, a cada chancho le llega su San Martín; entre las cadenas del régimen carcelario, con lo cual podrá aducir que no me encuentro con el uso y respeto de mis facultades plenas para poder hacerme con usted en este encuentro, en el que yo me encontraría como tehuelche en la Pampa durante la gloriosa campaña del desierto (que hizo a nuestro país grande), desamparado en esta bolsa fina de huesos que es mi cuerpo y mi mente que pierde lucidez y cordura, ante su cuerpo, si bien devastado por perversiones cuyos demonios a usted concierne no a mi, sigue joven y fuerte, con lo que no sería una situación de competencia justa.
Sinceramente, ni tuyo, ni de nadie.
Tte. Gral. Jorge Rafael Videla.
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