POEMA: La Balandra

Las jóvenes brisas errantes saben,
tan bien como el pastizal naciente insoslayable
de la soledad neurótica del viejo campo que, no puede sino, levantar la marea con su llanto inconsolable;
y ellos semillas fecundas vacuas de experiencia,
ignorantes ven con los ojos que Inocencia les ha prestado;
preguntan inquietos, 
preguntan hoy y preguntarán mañana,
y preguntarán pasado y en el futuro evanescente;
padre antiguo, suelo sabio;
¿por qué?

ay hijos de la historia, 
ay dueños futuros de la vida,
por el sabor de la sangre;
por el sonido de los huesos al romperse;
por el terremoto de los metales infalibles;
la carne mimetizada, inmisericorde el aluminio oxidado;
acaso no saben que, si en algo coinciden,
es que ellos fueron condenados al hacha injusta,
bajo el manto negro del ruido acuciante, horror inefable?
y se pudren sobre si
y serán parte de mi
 y yo aullare, inutil, para que la luna me deje olvidar y guardar en el olvido al pedido de olvidar;
y sin embargo, digo hoy,
y diré mañana,
y diré pasado y en el futuro evanescente,
que lloro bajo el ancla implacable del hecho que recuerdo.


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